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Apartar las piedras del camino

Agentes de Dios

Agentes de Dios

Entrega de dones y misión


La sola presencia de los hijos, irradian la gracia divina
Sobre la universalidad: toda “ciudad” o persona que abra su corazón será bendecida.



He entregado a mis trece hijos (naturales, políticos y nietos) todos los dones con que el Padre Dios me ha acompañado durante esta vida.

Esos dones, por la sola presencia de mis hijos en cualquier lugar, acercan la gracia del Padre a todos los necesitados.



Quienes estén cerca de ellos recibirán lo que he dado a lo largo de mi vida.

La gracia que obtendrán será la respuesta a sus peticiones al Padre:

apartar las piedras del camino, despejar el lugar a la solicitud del afligido y verán llegar justicia a quién la necesite.



Toda ciudad del mundo que acoja en su corazón a mis hijos recibirá también la gracia que emana de su sola presencia.

Mi Hijo ya les advirtió en Lucas 10:10–11 (Reina-Valera 1960):

10 “Pero cuando entréis en la ciudad y no os reciban, salid a sus calles y decid:

11 ‘Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nosotros, lo sacudimos contra vosotros; pero sabed esto: que el reino de Dios se ha acercado.’”

Cada persona es una ciudad; cada vida, una comunidad y un país.



Y mis hijos saben que este don permanecerá en ellos a lo largo de las generaciones.

La armonía natural que llevarán a todo, a todos, no les impedirá ni dificultará vivir bellamente junto a Dios y entre ustedes.

Este don les permitirá ver cómo quienes están a su lado reciben la gracia del Padre, la paz en sus almas y en las de los suyos.



Solo deben obedecer un precepto para no alejarse de mí ni de lo que les he dado:

no deben aceptar nada, ni siquiera un agradecimiento.

Cualquier ofrecimiento que acepten vendrá del mal y anulará todo lo mío.

Si alguien, al pasar, les dice “¡Gracias!”, deben responder con énfasis que toda obra es del Padre y para Él es toda gloria.



En Vuestra humildad y vuestro servicio al Padre revelarán la maravilla de este don.

Les dejo el cielo en sus manos, en su corazón, en sus ojos, y la alegría de ser la acción viva del Padre entre sus hermanos.

Les dejo también la certeza de que Dios siempre está presente y de que ustedes son las herramientas del Espíritu Santo: portadores de amor, paz, alegría y sanidad espiritual; sembradores de nueva vida.



Hijos, no detengan el camino de nadie:

ayúdenlos hasta que puedan continuar por sí mismos y alcancen por sí la plenitud.

Así, esas almas iluminarán el sendero de los suyos.



¿Hay bendición mayor que la de las lágrimas sinceras?

No las detengan:

el cielo se detiene a observar cuando un hijo de Dios agradece, reza o sufre.

La ayuda siempre está en camino.



Y cuando crean saberlo todo, cuando crean que ya están firmes, miren la justicia del Padre en toda parte y a toda hora.



Hace años un abogado publicó:

“Vale la pena denunciarlos; los ascenderán al más alto cargo.”

Leí aquello y sonreí,
pues pocos años después
presenció de aquel promocionado,
su propia promoción… al ridículo eterno.

No fue un caso aislado, sino cientos.

Para una vida de sesenta y cinco años, han sido tantos... incontables.



Les digo:

no mencionen mi Nombre,
no hablen de mi Santo Espíritu,
ni profanen en vano el Nombre de Jesús,

porque esas palabras
los harán pecar continuamente.

Caminen en silencio y oración:
mi gracia los guiará hasta su destino.

Acepten lo que les doy
y lleven mi paz al mundo.

Les entrego un poder único:

creador, sanador espiritualmente y luminoso.

Y verán todo lo demás añadido.

Tendrán todo el conocimiento de la creación en el instante que lo requieran, y la capacidad de activarlo o anularlo.



Pero si se apartan del amor del Padre y se acercan al amor propio, sus bocas solo proferirán mentiras y su presencia no proyectará ni sombra.

Si respetan mi Palabra en cada paso, verán vidas iluminadas, nuevos renacimientos y, aun aquellos cuyo tiempo parecía agotado, los verán alcanzando la gloria del Padre.



Ustedes leen estas Escrituras, estas palabras que Luis me ha escrito, y piensan que él aún camina entre ustedes.

Ya no está.
Solo contemplan los últimos resplandores de su luz antes de desaparecer.
Más adelante, su alma recorrerá el mundo como lo ha hecho desde la nada misma.



Sean portadores del amor del Padre:
toda protección estará con ustedes y los suyos.

Vivan en ese amor, y entonces llevarán toda la gracia del Padre a mis hijos.



Instrucciones prácticas y preceptos. Les dejo:

• No aceptarán nada, ni siquiera una referencia a vuestro nombre, manténganse puros.(ni “un solo gracias”).
• Digan siempre “todo es obra del Padre”.
• Vivir con humildad, silencio y oración.
• Evitaran pronunciar en vano los nombres divinos (esten siempre advertidos contra el pecado de la blasfemia).
• Lleven a todos vuestro poder creador, sanidad espiritual y acompañamiento continuo del Espíritu Santo y verán todo lo demás añadido.
• Verán ejemplos de ascensos irónicos que conducen al ridículo eterno.
• Lleven paz y la gracia al mundo, y en vuestra fe, guien a todos mis hijos hacia la protección y el amor del Padre.